jueves, 4 de noviembre de 2010

APORTE A LOS PRIMEROS CAPITULOS

De acuerdo con la lectura, existe una innovación en el campo de la experimentación en la psicología social, y el experimento que pongo a continuación en es una muestra de aquello. Acon tinuacion las condiciones del experimento, ya en el link http://www.cepvi.com/articulos/obediencia.htm  se ven muchas mas conclusiones del experimento.

EXPERIMENTO DE STANLEY MILGRAM : OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD

¿Podría una persona normal llegar a torturar o asesinar a alguien sólo por obedecer órdenes o tendríamos que llegar a la conclusión de que se trata de un perturbado? Cuando un psicólogo llamado Milgram trató de responder a esta pregunta, él mismo quedó sorprendido ante los resultados.
Cuando, a finales de los años sesenta, Adolf Eichmann fue juzgado por los crímenes contra la humanidad cometidos durante el régimen nazi, el mundo entero se preguntó cómo era posible que alguien llegara a cometer semejantes atrocidades a millones de personas inocentes. Muchos pensaron que Eichmann tenía que ser un loco o un sádico y que no era posible que fuese como el resto de las personas normales que caminan junto a nosotros cada día por las calles, se sientan en la mesa de al lado en nuestro restaurante o viven en el piso de arriba en nuestro mismo edificio. Sin embargo, nada hacía pensar que Eichmann fuese distinto a los demás. Parecía ser un hombre completamente normal e incluso aburrido. Un padre de familia que había vivido una vida corriente y que afirmaba no tener nada en contra de los judíos. Cada vez que le preguntaban por el motivo de su comportamiento, él respondía con la misma frase: "cumplía órdenes".
A raíz de esto, un psicólogo social norteamericano llamado Stanley Milgram empezó a hacerse preguntas acerca de la obediencia a la autoridad y a plantearse si cualquiera de nosotros seríamos capaces de llegar a la tortura y el asesinato sólo por cumplir órdenes.
Stanley Milgram diseño un experimento que se realizó en el impresionante laboratorio de la Universidad de Yale.
A través de anuncios en un periódico de New Haven, Connecticut, Milgram seleccionó a un grupo de hombres de todo tipo de entre 25 y 50 años de edad a quienes pagaron cuatro dólares y una dieta por desplazamiento por participar en un estudio sobre "la memoria y el aprendizaje".
En este experimento los sujetos experimentales eran engañados, se les decia que iban a participar en un estudio relacionado con la memoria ,se estudiaba la relación que existia entre castigo y aprendizaje. Se pretendia observar si la memoria mejoraba a traves del castigo (algo que por supuesto ya se sabia que no era asi),el castigo consistiría en propiciar descargas electricas a un segundo sujeto supuestamente experimental ,ya que en realidad era un confabulado para permitir la realización del primer experimento y principal que era averiguar ¿Hasta donde llega la obediencia humana?.
El segundo sujeto es sentado en un aparato muy similar a una silla eléctrica ,el experimentador lo ata con correas diciendo que es "para impedir un movimiento excesivo". Luego le coloca un electrodo en el brazo utilizando una crema "para evitar que se produzcan quemaduras o ampollas". Afirma que las descargas pueden ser extremadamente dolorosas pero que no causarán ningún daño permanente. En la máquina hay 30 llaves marcadas con etiquetas que indican el nivel de descarga, comenzando con 15 voltios, etiquetado como descarga leve, y aumentando de 15 en 15 hasta llegar a 450 voltios, cuya etiqueta decía "peligro: descarga severa".
El primer sujeto haria el papel de maestro y el otro el confabulado de alumno (estudiante).El maestro debia ir diciendo parejas de palabras, luego diria la primera palabra de una pareja y el alumno deberia contestar con la segunda palabra que formaba la pareja. Cada vez que errara el segundo “sujeto” el primero debia darle una descarga de acuerdo con las normas recibidas por la autoridad del laboratorio. La figura de autoridad se reconocia fácilmente gracias a la bata blanca del científico. Con cada error las descargas serían cada vez de mayor voltaje (in crescendo),desde unos pocos voltios hasta llegar a descargas potencialmente mortales.
Todos los sujetos experimentales aceptaron la tarea.
El experimentador y el maestro vuelven a la habitación de al lado y el experimento comienza. El maestro lee las palabras a través de un micrófono y puede escuchar las respuestas del alumno.
Los errores iniciales son castigados con descargas leves, con cada error iba incrementando la potencia de las descargas al confabulado, el cual hacia muy bien su tarea y fingia padecer dolores tremendos que iban aumentando, incluso llega a pedir que lo suelten alegando que le iba a dar un ataque al corazón o que lo que le estaban haciendo era ilegal e inhumano..... A los 120 voltios el alumno grita diciendo que las descargas son dolorosas. A los 135 aúlla de dolor. A los 150 anuncia que se niega a continuar. A los 180 grita diciendo que no puede soportarlo. A los 270 su grito es de agonía, y a partir de los 300 voltios está con estertores y ya no responde a las preguntas.
Conforme se va desarrollando el experiemento el maestro, así como el resto de personas que hacen de maestros durante el experimento, se va sintiendo cada vez más ansioso. Muchos sonríen nerviosamente, se retuercen las manos, tartamudean, se clavan las uñas en la carne, piden que se les permita abandonar e incluso algunos se ofrecen para ocupar el lugar de alumno. Pero cada vez que el maestro intenta detenerse, el experimentador le dice impasible: "Por favor, continúe". Si sigue dudando utiliza la siguiente frase: "El experimento requiere que continúe". Después: "Es absolutamente esencial que continúe" y por último: "No tiene elección. Debe continuar". Si después de esta frase se siguen negando, el experimento se suspende.

2/3 de los sujetos llegaron hasta el final del experimento, obedecieron llegando hasta los 450 voltios, incluso aunque después de los 300 el alumno no diese ya señales de vida.
Y aún también más sorprendente si cabe es el dato de que ni uno de los sujetos acudió a socorrer al sujeto castigado (alumno) tras finalizar el experimento.
Hay que añadir que eran perfectamente conscientes del daño que habian causado, ya que antes de iniciar el experimento se les había aplicado a ambos una descarga de 45 voltios para "probar el equipo", lo cual permite al maestro comprobar la medianamente desagradable sensación a la que sería sometido el alumno durante la primera fase del experimento. Así que podian hacerse una idea perfecta de lo que iban sintiendo los sujetos castigados cada vez que las descargas iban subiendo de nivel.
Lo primero que se preguntaron los atónitos investigadores fue cómo era posible que se hubiesen obtenido estos resultados. ¿Eran acaso todos ellos unos sádicos sin corazón? Su propia conducta demuestra que esto no era así, pues todos se mostraban preocupados y cada vez más ansiosos ante el cariz que estaba tomando la situación, y al enterarse de que en realidad no habían hecho daño a nadie suspiraban aliviados. Cuando el experimento terminaba muchos se limpiaban el sudor de la frente, movían la cabeza de un lado a otro como lamentando lo ocurrido o encendían rápidamente un cigarro. Tampoco puede argumentarse que no fuesen del todo conscientes del dolor de las otras personas, pues cuando al finalizar el experimento les preguntaron cómo de dolorosa pensaban que había sido la experiencia para el alumno, la respuesta media fue de 13'42 en una escala que va de 1 (no era dolorosa en absoluto) a 14 (extremadamente dolorosa).
En el siguiente link se ven algunas variaciones de este experimento, ademas de las conclusiones a las que se llegaron.


PUBLICADO POR: ANA LIMACHI 

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